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Crítica de “We Live in Time”, de John Crowley con Florence Pugh y Andrew Garfield (Película de Clausura) - #SanSebastián2024
El film elegido para el cierre es un épico drama sobre el amor y la muerte.
We Live in Time / Vivir el momento / El tiempo que tenemos (Reino Unido/2024). Dirección: John Crowley. Elenco: Florence Pugh, Andrew Garfield, Grace Delaney, Lee Braithwaite, Aoife Hinds,Adam James y Douglas Hodge. Guion: Nick Payne. Fotografía: Stuart Bentley. Edición: Justine Wright. Música: Bryce Dessner. Duración: 107 minutos. Película de Clausura.
La función de We Live in Time en San Sebastián terminó con no pocos aplausos y unos cuantos espectadores saliendo con lágrimas corriendo por sus mejillas. Siempre soy respetuoso de la emoción ajena y trato de evitar caer en estos casos en el cinismo y el sarcasmo con aires de superioridad, pero el nuevo film del director de Intermission (2003), Boy A (2007), Is Anybody There? (2008), Closed Circuit (2013), Brooklyn (2015), The Goldfinch (2019) y varios episodios de True Detective y Black Mirror es de esos que me generan irritación tanto en su contenido como en su forma.
Florence Pugh y Andrew Garfield son lindos, entrañables, simpáticos, encantadores, tienen buena química como pareja y exudan carisma en cada mínimo gesto. Ellos se entregan de forma genuina y generosa al guion de Nick Payne (La última carta de amor y creador de la serie Wanderlust) que John Crowley filma con astucia y efectismo visual.
El problema de We Live in Time es el qué y el cómo. Es una gran historia de amor, de superación y de aceptación. En determinado momento de la película (que abarca diez años y va y viene en el tiempo) a Almut (Pugh), una chef con estrella Michelin, le detectan un cáncer avanzado de ovarios. ¿Qué tratamiento seguir? ¿Qué órganos extirpar? ¿Arriesgarse o aceptar que no podrá tener hijos? Los dilemas médicos y existenciales se les vienen encima a ella y a Tobias (Garfield), quienes después de muchos esfuerzos finalmente serán madre y padre de una encantadora niña.
No avanzaremos más en la trama, pero cada escena de We Live in Time -algo así como una mala combinación entre Realmente amor y la serie One Day / Siempre el mismo día- tiene fuertes implicancias emocionales. Incluso si en principio el conflicto parece menor, es abordado con una dimensión épica (¡ay, el uso de la música!), como si se tratara de una revelación de inmensas connotaciones y enorme relevancia. El resultado es un film new age para la era Tik Tok, un film revestido de elegancia y trascendencia pero absolutamente artero y manipulador. Soy de emoción fácil, el llanto en el cine me parece catártico y liberador, pero salí indignado.
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